lunes, 29 de abril de 2019

Argentina registra 3,8% de inflación en febrero y acumula una subida de casi siete puntos en dos meses

Argentina registra 3,8% de inflación en febrero y acumula una subida de casi siete puntos en dos meses


Causas:
- El tirón inflacionario y el derrumbe del peso frente al dólar:
La devaluación rebasa, en doce meses, el 50%. obligaron  pedir nuevamente auxilio al Fondo Monetario Internacional. De febrero a febrero, los precios han subido 51,3%, en un revelador paralelismo con la devaluación. Pese a los recortes presupuestarios, pese a la recesión, pese a que apenas se utiliza la mitad de la capacidad industrial, la inflación no amaina y el peso sigue frágil.
- Contexto Internacional Desfavorable:
Quizá el error más grave de Macri, lo dicen incluso sus partidarios, fue malinterpretar el contexto internacional: en un momento de auge del proteccionismo, Macri decretó que Argentina "volvería al mundo". Al volcar el financiamiento a los mercados internacionales se aumentó la ya histórica vulnerabilidad de la economía argentina.
Entonces: cuando Estados Unidos subió sus tasas de interés, cayó el peso; cuando Donald Trump anunció aranceles al aluminio, cayó el peso y todo va a peor.
- La herencia histórica:
Con una agenda proteccionista de control de cambios y fuerte emisión de dinero para impulsar el consumo, Kirchner dejó un Estado con alto déficit fiscal e inflación y al borde de la recesión. Esto causó una más difícil salida para bajar la inflación.


Repercusiones económicas:


Vistas las circunstancias, el Fondo Monetario Internacional ha concedido un poco más de oxígeno a la economía argentina. El ministro de Hacienda ha anunciado en Washington que la institución multilateral permitirá a Argentina vender hasta 9.600 millones de dólares, desde abril hasta fin de año. La mayor parte de ese dinero procederá del préstamo que la organización concedió al país en 2018 para evitar un colapso económico y el riesgo de impago de la deuda externa.
El plan de rescate no contemplaba la opción de que los dólares procedentes de Washington fueran utilizados para sostener al peso frente a la continua desvalorización. Ahora, tras el visto bueno de la directora del FMI, el gobierno de Macri venderá dólares porque necesita hacer frente a pagos internos en pesos. En realidad, la venta servirá para intentar frenar, la erosión del distintivo argentino.
En marzo de 2018, un dólar costaba 20 pesos. Cinco meses después, en agosto, ya costaba 37. Hace poco llegó a 43 y ahora está en 40,7.
El peso ha dejado de despeñarse como en la primera mitad del año pasado, pero sigue deslizándose hacia abajo. El objetivo es evitar que en ningún caso se rebase en 2019 el límite de 50 pesos por dólar.
Por supuesto, la venta de dólares procedentes del FMI tendrá un efecto secundario indeseable: esas reservas se detraerán del total y reducirán la capacidad argentina para llevar adelante su plan financiero en 2020 y 2021, cuando hay que empezar a devolver el préstamo.
Pese a la buena cosecha, son los precios de la alimentación los que están generando inflación. Se descontaba el efecto inflacionario de las fuertes subidas de tarifas en energía y transportes, pero no se esperaba el de los alimentos. El gobierno pone ahora la vista en junio, cuando empezará a asimilar el encarecimiento energético y, en teoría, debe bajar un poco la fiebre. De mantenerse el ritmo actual, la previsión oficial del 29% para todo 2019 quedaría muy corta.

Repercusiones sociales:


Gracias al crecimiento económico y a la devaluación de la moneda está repercute en el ámbito social ya que la venta de dólares procedentes del FMI tendrá un efecto secundario indeseable: esas reservas se detraerán del total y reducirán la capacidad argentina para llevar adelante su plan financiero en 2020 y 2021, cuando hay que empezar a devolver el préstamo. Macri y sus ministros económicos creen que el próximo ingreso de divisas gracias a la exportación de la excelente cosecha agrícola, estimado en unos 25.000 millones de dólares, compensará el uso cambiario de parte del préstamo. En cualquier caso, es año de elecciones presidenciales y eso lo condiciona todo. Se trata de conseguir que de aquí hasta octubre la economía permanezca más o menos controlada, para favorecer la reelección de Macri. Lo que ocurra a partir de 2020 será otra cosa.

Pese a la buena cosecha, son los precios de la alimentación (carne, verduras y frutas) los que están generando inflación. Se descontaba el efecto inflacionario de las fortísimas subidas de tarifas en energía y transportes, pero no se esperaba el de los alimentos. Y en abril se registrará un nuevo tirón tarifario. El gobierno pone ahora la vista en junio, cuando empezará a digerirse el encarecimiento energético y, en teoría, debe bajar un poco la fiebre. De mantenerse el ritmo actual, la previsión oficial del 29% para todo 2019 quedaría muy corta.

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